lunes, 31 de octubre de 2011

Bosque

Siento un buho ululando a mis espaldas. Giro bruscamente y apunto con la escopeta, no encuentro nada. Estoy nervioso, casi paranoico, nunca habia estado tan adentro a estas horas. Doy pasos miedosos, que dudan si avanzar o quedarse. Llevo el arma apuntando hacia adelante, preparada para accionar en cualquier instante. Agudizo mi vista y los busco, hace rato que nos separamos. La oscuridad me ciega la vision y la luz de la luna alumbra poco.
Lo siento otra vez, esta a mi derecha. Alumbro con la linterna y vacio otra vez. La apago al instante, me aterra tenerla prendida. Paranoiqueo que me vera alguna extraña criatura y se sentira atraida hacia ella. Imagino lo que me haria si me encuentra, me despedazaria sin dudar y devoraria mis restos. Me tiembla las manos, me tiembla la escopeta.
Siento otro ruido, encima mio y algo cae en mi cabeza. Me tiro al piso, disparo a los gritos y el sonido retumba por todo el lugar. Veo una rama caida y me siento un estupido, despues me siento consumido por el miedo, ese disparo se escucho en todos lados. Me levanto y prendo la linterna. La apago al segundo, vi algo.
Camino hacia al costado, me aterra seguir por el camino. Siento mas buhos, y aumentan en mi alejada. Me tiembla todo el cuerpo, la escopeta y la linterna. Me siento mas perdido que nunca, mas lejos de ellos. Me siento sin chances, sin posibilidades de vivir.
Un buho ululula y el otro le contesta. Uno a mi izquiera y otro a mi derecha. Me siento rodeados por ellos, sin escapatoria. Siento que conversan sobre mi, que planean sobre mi. Las piernas me tiemblan pero mi cabeza solo puede pensar en algo. Correr.
Corro despues de sentir algo acercarse. Corro hacia adelante, despues hacia al costado. Despues no entiendo y no se hacia adonde corro. Piedras. Me tropiezo con ellas y caigo de boca. Pierdo la linterna pero me quedo con la escopeta. Abro los ojos y lo veo. Dandome la espalda bajo la luz de la luna. Lo veo y el terror me sube a todo el cuerpo. Ahora no tiemblo, vibro. Me quedo sin aire y me mareo de horror. Veo un hombre buho.
Delante esta el buho que me siguio. Pero no era un buho. Era una persona. Tampoco era una. Era un buho y una persona. O una persona disfrazada de buho. Pero de verdad. Era el cuerpo de un buho gigantesco y las piernas vestidas con un jean de una persona.
Siente mi vibrar y se da cuenta que estoy ahi. No se da vuelta. Gira la cabeza lentamente dando vuelta todo su cuello y me mira. Con esos ojos de buho y yo me muero. Me quiero levantar pero no puedo, estoy petrificado. El da vuelta el resto de su cuerpo y abre sus alas. Gira la cabeza para un costado y luego hacia el otro. Abre el pico y pronuncia un sonido que no escucho. Ulula. Mueve sus alas y corre habia mi. Corre con esos jeans ajustados.
Agarro la escopeta y disparo, sale despedido hacia atras. Me levanto como revivido por el disparo y me acerco. No se mueve. Respiro aliviado. Esta tirado de espaldas y no entiendo porque.
Vuelve a moverse, su cabeza solamente. Girando otra vez sin girar su cuerpo. Me mira y parece sonreir. No dudo descargo todo sobre ella. Cuando acaban lo golpeo con el arma hasta que esta se rompe.
Esta muerto. Lo pateo y lloro. Despues lo entierro y me voy.

Mutar





El blog muta, cambia. Evoluciona y se despega de lo que fue antes. Toma el impulso e intenta dar el salto a otra dimension. Se ramifica y sin pedir permiso, porque hace dos posteos que lo hace, abandona todo lo que profeso antes. Deja de persegir un cuento perfecto, una historia bien contada. Para eso hay otros lugares. Da paso y lugar a pensamientos, ideas, situaciones, recuerdos, fantasias, dialogos o cortos. No van a existir mas cuentos solo narraciones.
Y si no te gusta no lo leas.

jueves, 13 de octubre de 2011

Pequeña y bizarra fantasia erotica

Geronimo abre la puerta con delicadeza, temiendo por lo que puede encontrar dentro. La ve a ella acostada sobre su cama dormida esperándola. Camina despacio, intentando no despertarla, pero lo hace. Ella lo mira mientras se despereza y le murmura algo. Después le sonríe y lo llama con los brazos. Geronimo se le acerca y la besa suavemente en los labios. Luego en el cuello y la mano. Ella gime muy despacio, casi imposible de escuchar. Geronimo la escucha y se sonríe. Le comienza a sacar la ropa, una por una. Le saca todo menos las medias, a ella le da mucho frío estar sin ellas. Geronimo se endereza y la ve entera. Ve su cara hermosa y después el resto del cuerpo. No se sorprende al no encontrar sus rodillas. Ni sus senos, vagina o panza. Mucho menos sus manos y hombros. No se sorprende al ver, en vez de todo eso, cuadernos en sus lugares. Cuadernos abiertos totalmente vacíos esperándolo a él. Su sonrisa se agranda un poco más y busca su lapicera favorita. La encuentra y se vuelve a acostar. Comienza a escribir sobre ellos, arrancando por las rodillas y después subiendo. Escribe cuentos y novelas. Poemas inmensos y minúsculos. Dibujos sin sentidos y sentidos. Escribe y, al mismo tiempo, ella no puede dejar de gemir, cada vez más fuerte. Escribe sus mejores obras, aun sabiendo que nunca más las recordara. Se las escribe solo para ella, que pueda leerlas cada vez que tenga ganas.
Acaban al mismo tiempo. El de escribir y ella de sentir. Acaban con un suspiro y un gemido prolongado. Acaban y ella lo abraza. Lo habita por un rato y se duerme. El se queda despierto, acariciándole las hojas.

Mi muchacha punk

Tuve una novia que era una muchacha punk una vez hace mucho tiempo. No recuerdo si fue hace tanto o si fue hace menos. Si recuerdo su pelo teñido y sus remeras cortas. Su arito en la nariz y su aliento a marihuana.
La conocí por una amiga de mi amiga. Estaba lleno de punks y yo me sentía un nenito entre todos ellos. Ella me vio y me planto un beso. Después entendí lo que quería cuando vi a los otros tirandose encima. Salimos no se como con ella tomándome la mano. Caminábamos mi amiga, su amiga y ella, que me ofrecía una pitada. Yo me moría por fumar.
Nos volvimos a ver una semana después y no nos dejamos de ver. Ella me llevo a su casa y me instale ahí. Salía únicamente para respirar y dormir con la familia. Salía pero era como si no lo hiciera, seguía escondido. Y, en realidad, ella me escondía. Primero pensé que nos escondíamos ambos, alejándonos de la realidad, pero no. Ella tenía vergüenza de mí. Ella se juntaba con gente que escupía al que tenia al lado y yo escribía cuentos de amor. Nunca me reconoció en la realidad y yo nunca quise tampoco. Fue secreto, fui su secreto. Y no me importo.
Siempre sonaban los ramones ahí adentro. Sonaban fuertes y no dejaban escuchar nada más. Ella los cantaba a los gritos y los bailaba frenéticamente. A veces me agarraba y me llevaba a bailarlos también. Bailábamos sin sentido entre gritos y gritos.
Una vez dormida la escuche cantar algo. Lo cantaba tan bajo que no lo podía reconocer, no era nada que ella hubiera escuchado adelante mío. Y de algún lado lo reconocía.
Me quiso hacer un arito pero no la deje. Me quiso agujerear la oreja y tampoco la deje. Me quiso llevar a hacerme un tatuaje y me negué. Me regalo musculosas arruinadas de Flema y no las use. Pero nunca me pidió que le dejara de leer mis cuentos.
Me rapó. Vi mi pelo caer sobre mis costados, nunca lo había echo. Primero quedaron dos agujeros y un flequillo interminable. Después lo corto también y solo quedo una cresta. Y de ahí no pude dejar de hacérmelas. Me hizo amarlas. Y odiarlas.
No fue mi primera novia pero si fue la que siempre recordare como la primera. Opaco las anteriores, las devoró.
Tomaba siempre el mismo bondi para ir a verla, me conocía todas las calles. Caminaba cinco cuadras más y llegaba. Me abría la puerta de un beso y el gato me recibía en los pies. Tenía mi edad pero vivía sola y nunca nadie iba a visitarla. Comíamos poco, casi nunca había nada. Fumábamos demasiado y el humo no se iba más.
Otra vez la volví a escuchar cantar algo mientras dormía. Esa vez entendí un poco más. Cantaba canciones que no eran de ellas y yo seguía sin darme cuenta.
Llegue a dudar si no era mía. Si era de Fogwill. Lo pensaba cuando iba a verla en el viaje. Me preguntaba una y otra vez si me pertenecía a mí o a él. Una vez lo pensé tanto que cuando la vi se lo pregunte. Ella me miro extrañada sin entender lo que le decía y yo me di cuenta de lo estupido que sonaba.
No fue perfecta. Ni cerca. Vivíamos en un constante estado de pelea eterno. Pero sus interrupciones eran hermosas. Discutíamos por todo, por la música, por la comida, por el amor. Ella intentaba ser el hombre en la relación y yo no se lo negaba. Sin saber que en realidad ella quería que se lo negara y no serlo. Hubo semanas en que era puramente un atraccion física únicamente. Otras nuestra unión era espiritual. Y muchas ninguna de las dos, simplemente satisfechos sin hacer nada. Igual bailar con ella nunca nadie lo podrá igualar.
Yo le prometi que si algun dia todo terminaba yo la encontraria. Le prometi que tendria una banda punk. Y que cantaria desnudo con el pelo teñido de rubio. Le prometi que la veria y la invitaria a tomar un tinto de cajita con amor.
Una noche la acariciaba dormida y canto otra vez esa cancion. Puse mi oido sobre su boca y agudize mis sentidos. Espere y escuche.
Si pudieras olvidar tu mente
frente a mi, sé que tu corazón
diría que sí.

Cuando me di cuenta lo que cantaba no lo podia creer. La desperte embroncado y se lo increpe. Intento negarmelo pero no pudo. Se quedo sin palabras.
Se largo a llorar y sin limpiarse me dijo.
-Me encanta Seru Giran
Yo escuche eso y entendi lo que estaba presenciando. Ella me estaba confensado su mayor pecado, su peor secreto. Ella se estaba mostrando desnuda, mas que nunca. Totalmente vulnerable.
Yo me quede mudo por segundos. La mire, sabiendo que ya no habia vuelta atras, y le dije chau con la mirada. Ambos sabiamos que no teniamos mas futuro despues de esto.

La extrañe y ella me extraño, pero no volvimos a hablar jamas.


La volví a ver diez años después y ella era otra. No era más punk, era ella. No tenía el pelo teñido ni corto, lo tenia largo y lacio. No fumaba nada y caminaba tranquila por la calle. No me reconoció o fingió no hacerlo. Yo me quede mirándola pasar cantando su canción.


A Fogwill, aunque lo hubiese odiado

Estaciones III - Invierno

El frío entra por mis pies. Me despierto luego de invernar tres meses de sufrimiento. Inverne todo un otoño y desperté en invierno. Abro los ojos y veo el viento relampaguear por mi ventana. Me siento nuevo, distinto. Evolucionado. Vago por las casa, nadie noto mi invernamiento. Me siento en mi cama junto a la biblioteca. Agarro el cuaderno para escribir algo pero un papel cae. Diminuto e insignificante. Contiene el titulo de un libro, el más impresionante libo que leeré jamás, o eso era lo que me dijeron. Recuerdo las ansias que tenia de conseguirlo y leerlo. Ansias que había invernado pero no desaparecido. Tengo que conseguirlo y no me puede detener nada.
Salgo disparado para mi librería habitual, esa que siempre tiene todo lo que quiero. Pero este no. Recorro cada librería que hay en la ciudad, ninguna lo tiene. Busco en todas las bibliotecas, pregunto a conocidos, y nada. El libro sí existe, había sido editado por una conocida editorial hacia unos cuantos años atrás. Lo mas curioso es que en todos los lugares ellos creen que lo tienen y se sorprenden, y me desilusionan, cuando se dan cuenta que no. En si el libro existe, pero parece que no o que dejo de existir cuando yo decidí buscarlo. Intento no resignarme pero los hechos me lo impiden. Me resigno y decido fingir que ya no me interesa. Que puedo morir sin leerlo.
Regreso a mis quehaceres pre-hibernación. A escribir compulsivamente sobre amores y desamores, a internarme en el gimnasio sin saber porque lo hago. A vagar solo por las calles en busca de encuentros incontrables. A fingir que no la extraño.
Vuelvo solo a mi casa, recién salido de cualquier lugar. Visto mi bufando y mi campera mas abrigada. El frío hela los huesos. Camino y, como siempre, nunca tomo el mismo recorrido. Doblo en calles diferentes, tomando atajos inexistentes. Tomo uno, que nunca tome, pero que me llama a hacerlo. Camino como vendado, perdido en lo desconocido. No entiendo en que calle estoy y porque nunca la tome.
Me tropiezo y voy de cara al piso. Cuando abro los ojos la veo a ella en lo alto de los escalones y no puedo dejar de mirarlo. Entre sus brazos sostiene el libro. Ese que me muero por encontrar y que parece inexistente. Existe y ella lo tiene. Me le acerco y, contrariando mi timidez a lo extraño, le hablo.
-Hola
-Hola- contesta con una sonrisa mezcla de sorpresa, incomodidad y belleza, que no se define para que lado apuntar-
-Se que suena raro, pero estoy buscando tu libro
-Es estupendo
-Espero que si
Sonríe una vez más, luego mira el libro y me mira a mí.
-Toma, te lo presto- dice alcanzándomelo suavemente
Lo agarro de sus manos casi sin creer en lo que pasa y lo comienzo a examinar. Una tapa negra y oscura con su titulo gigantesco y sus ojos que no me dejan de mirar. “Lo real imaginario” se llama, las paginas amarillentas, suaves y su sonrisa que aflora. Me siento y lo hojeo, leo las letras que forman palabras y sus pecas recostadas.
Ella me interrumpe y me cuenta que lloró al leerlo. Yo la miro sin saber que contestar a eso.
Sigo examinándolo, encontrando hojas dobladas, palabras subrayadas y mis ojos que se tuercen. La miran a ella. Ella me sonríe y comienza a caminar. Yo la sigo llevando el libro en mis manos. Ella se sorprende un poco al descubrir que estoy a su lado y me sonríe otra vez. Le pregunto como se llama, por que es así y si es un ángel. Ella se ríe y me contesta que no es un ángel y que no me piensa responder nada más. Seguimos caminando sin hablar, solamente sintiendo el viento en la cara. Llegamos al parque y ella me frena. Me avisa que se tiene que ir. Yo le pido que no, que espere. Le pregunto como la voy a poder encontrar devuelta que quiero verla. Ella me sonríe y me niega con la cabeza. Después me cierra los ojos y me apoya los labios. Cuando los abro no esta más. Guardo el libro en mi mochila y prendo un cigarro. Camino devuelta a mi casa con una sonrisa con ganas de llegar y leer. Tardo en darme cuenta que la olvidé.