martes, 16 de octubre de 2012

Romina

Romina era chiquitita y biscosita. Tenía unos largos rulos que tapaban gran parte de su cara y una nariz que amagaba con ser puntiaguda y se achataba sobre el final. Tenía unos ojos café llenos de vida y una sonrisa con gusto a felicidad.
Cuando la conocí fue todo eso lo primero que pude ver y al tiempo pude comprobarlo a todo. Nos conocimos en el parque, ella acababa de fumarse un faso y no tenía ganas de levantarse. Yo conocía a su amiga y me senté a su lado. Charlamos un rato, hablando solo más que juntos, ya que solamente me contestaba con monosílabos que decían menos de lo quería decir.
La volví a ver al otro día, ya sin los ojitos rojos, en el bondi que siempre me tome. La salude y me senté junto a ella. Descubrimos que siempre nos tomamos el mismo bondi y que nunca nos cruzamos o, en realidad, no sabíamos que nos estábamos cruzando. Ella no dejo de sonreír en todo el recorrido. Le sonrío al asiento, a una mariposa que entro de imprevisto, a una viejita que nos miraba de reojo y, sobre todo, a mi en cada momento en que hablamos. Ella me sonrío a mi y yo no pude dejar de mirarla.
La volví a cruzar un día después, yo salía de mi departamento y ella de la tienda de comida china de al lado. Nos saludamos con sorpresa y alegría. No pude evitar preguntarle que hacia ahí  Vivo enfrente, me contesto despreocupada. Tampoco pude evitar decirle que yo vivía arriba. Ella me sonrió y me prometió que después iba a pasar a saludarme pero en ese momento estaba apurada.
Esa noche no pude dormirme. Cuando vi que eran las 1 me levante y fui a la cocina. Al llegar me di cuenta que su departamento tendría que estar justo enfrente de la cocina. Casi como un niño, mire emocionado a esa ventanita que nunca había servido para mucho y que se me mostraba inalcanzable arriba de la heladera. Usando dos sillas, una escoba y la parte de arriba de la heladera llega hasta ella. Me asome y mis ojos fueron directamente al único departamento que todavía tenía luz. Ahí estaba ella haciendo algo así como yoga.
Tubo que pasar otro día mas hasta que la volví a ver, no nos cruzamos y yo tampoco me anime a volver a asomarme. Yo iba caminando tranquilo y ella apareció llamándome a los gritos media calle atrás  Me explico, jadeando, que me vio por su ventana y bajo corriendo a saludarme. Yo me reí y ella también  Subimos a su departamento, quedaba en un tercer piso y el ascensor no andaba desde hace mucho. Al entrar estaba la sala donde la vi hacer yoga. Había un sofá augereado, un televisor chiquito y un cuidado tocadiscos en un costado. El piso estaba lleno de vinilos viejos y nuevos. Ella apareció de la cocina con dos vasos y una cerveza, se tiro en el sofá y me ordeno que viniera. Me contó un  poco de todo, de que siempre quiso ser veterinaria pero nunca logro terminar la carrera, y que hace un par de años labura como fotógrafa para eventos. Siempre fue buena sacando fotos. Me contó de su papa y mama, de cuando se divorciaron y ella tubo que elegir con cual de los dos quedarse y que nunca supo si eligió bien. Me contó de un gatito que tubo un tiempo y un día se le escapo por la ventana, y siempre le quedo la duda de si no se lo comieron los chinos de al lado. Tomamos muchas cervezas y ella nunca paro de hablar. Yo no pude decir nada, sentía que todo lo que dijera no tendría importancia. Me termino diciendo que le parecía rarisimo que nunca nos hubiéramos cruzado viviendo tan cerca y haciendo cosas tan parecidas. Hablamos un rato mas hasta que me quede dormido. Cuando desperté descubrí que ya había pasado la noche ahí  ella no estaba mas en la casa y me había tapado un poco.
Dude un rato si revisarle las cosas o no, pero tampoco no me dejo mucho tiempo de duda porque termino llegando. Se fue a la cocina con unas bolsas y volvió con una bandeja llena de comida china. Me explicó, mientras comía. como me había dormido a eso de las once y que le daba tanta ternura que no se animo a despertarme. Yo me reí y me puse a comer un poco. Charlamos un poco más y ahora yo hable de mi. Le conté que me sentía perdido de la vida, que nunca había terminado de estudiar cine y que no podía terminar de escribir un cuento que me estaba volviendo loco. Le conté de mis viejos, de lo mucho que nos peleábamos y que nunca nos terminamos de arreglar. Ella me miró todo el tiempo atenta. Sonreía cuando tenia que sonreír y se intrigaba cuando se tenia que intrigar. Cuando terminamos de comer ella bajo las persianas, prendió un velador y empezó a fumar un porrito. Me explico que no podía hacerlo pensando que todo el barrio la podría ver y que tenía el miedo de tirarse por la ventana por pura locura. Lo fumamos entre los dos, riéndonos todo el tiempo y después me fui. Cuando llegue a mi casa no podía entender porque no la había besado.
A la noche nos juntamos con unos amigos en mi casa, fumamos un rato con unas quilmes y no pude evitar hablarles de ella. De lo mucho que me encantaba y de creía, que por fin había encontrado a la mina de mi vida. Le conté detalle por detalle de como nos fuimos viendo y uno de mis amigos, en joda, conecto las cosas y me hizo ver que nunca la había visto mas de una vez por día  Yo no le hice mucho caso y me reí. Seguimos hablando hasta que cambiamos de tema, Argentina le había ganado a Brasil un par de días atrás y nos pusimos a repetir jugada tras jugada.
Mas tarde, cuando ya estaba solo y me había prendido un porrito, volví a pensar sobre lo que me había dicho Marcos y no pude evitar darme cuenta de todo. Yo siempre había estado en busca de ella, de ese amor increíble que estaba destinado y que siempre me había evitado. Y ahora, que por fin lo había encontrado, el destino me castigaba y no me dejaba estar con ella mas de una vez por día. Se que había tratado muy mal a muchas chicas antes, siendo muy frió con ellas. Y por muy estúpido que suene, no había nada mas que sirviera como explicación a porque la veía una sola vez por día. Excitado  lo llame a Marcos y le explique todo esto. Marcos me puteo, me dijo que era un drogado de mierda y que me dejara de joder.
La semana siguiente me dispuse a descubrir si era verdad mi teoría. Iba a fijarme todos los días que pasaba y si llegaba a poder verla mas de una vez. El lunes la cruce en el supermercado, el martes nos tomamos el bondi juntos y el miércoles la vi a la salida del laburo, sentada leyendo en un banco, pero no la salude. El jueves pasamos la tarde juntos, me invito a tomar mates y me contó del nuevo proyecto que quería empezar:  estudiar fotografía en la universidad e intentar ser una fotógrafa de verdad. Me lo contaba muy entusiasmada, como si fuera algo que hace rato que quería arrancar y nunca se animaba. El viernes llovía muchísimo y yo la vi, por la ventana, parada en la vereda esperando a que el perro terminara de hacer sus necesidades. Baje corriendo con un paraguas y le dije que se pusiera abajo ella también  Me dijo que no y me pidió que lo guardara. Que levantara la cara contra la lluvia y la sintiera. Me explico, apurada, que a la noche hacían una fiesta re copada en un galpón de Palermo. Me dijo que tenia ganas que fuera y que me iba a esperar. Obviamente a la noche fui y, para mi decepción, nunca apareció. El sábado la fui a ver, para saber que le había pasado y me recibió apurada. Me explico que su madre estaba por llegar y tenia que ordenar todo. Me quede a ayudarla y termine conociendo a la madre. Le caí tan bien que me invito a almorzar al otro día, ella se moría de la vergüenza. El domingo fui para almorzar, la madre hizo lasagna y estaba riquísima.  Charlamos un rato y después me volví al departamento. Me pase toda la tarde pensando, ningún día de la semana la había visto mas de un vez. Hasta una vez intente vigilando la por la ventanita y nunca apareció. A la noche, a eso de las diez,  no aguante mas y decidí que tenia que hacer algo, tenia que confrontar mi destino.
Baje las escaleras corriendo decido a ir a tocarle timbre a que saliera. Me frene en la vereda y mire para arriba. Era ahora o nunca. No llegue a cruzar la calle que un auto casi me choca, me tuve que tirar a un costado rodando un poco. Me levante desorientado y se me vinieron tres perros encima. No entendia que pasaba así que me puse a dar vueltas en circulo para que me dejaran en paz. Cuando me los pude sacar de encima siento la voz de un chabon preguntándome la hora, me doy vuelta y veo un chico de gorrita acercándose rápido. Miro para su departamento, después para el mio y salgo corriendo. Subo a casa y me encierro. Ya no me quedaban mas dudas, el destino quería esto y nada mas que esto. Que viviera enamorado de ella y que solamente la pudiera ver una vez al día. Sufriendo así toda mi vida. Me tiro al piso, amago con largarme a llorar y siento que golpean la puerta. Abro y entra ella muriéndose de la risa.
Me cuenta , sin para de reírse, que vio todo por su ventana. Estaba fumando un cigarro y vio como me paraba en la vereda respirando agitado y la miraba. Como cruzaba sin mirar y casi me chocaban. Se imagino que estaba drogadisimo y se empezó a reír. Después me vio dar vueltas como un tonto por tres perritos e irme corriendo para el departamento. Quiso venir a ver si estaba bien pero no aguanto la risa apenas me vio. Yo escuche toda su explicación y mire la hora que eran. Eran las diez y media y la estaba viendo por segunda vez en un día. Me empece a reír con ella por un rato.
Cuando paramos no le dije nada y simplemente la bese.