domingo, 3 de octubre de 2010

Pura oreja, puro ojete

Elefante rosa,
elefante negro
conviven a mi alrededor.

No me asusta,
me alaga.
Me complace
su presencia.

Bienvenidos,
les digo con una reverencia.
Ellos me contestan
con su flamante trompa.

Me piden alojamiento,
escapan de un circo.
Su maldito dueño
siempre los maltrato.

Los invito a pasar a mi morada
humilde pero suficiente.
Idiota fui
olvide su poca inteligencia,
son pura oreja los bichos.

Que estupidez, grite
ambos querian entrar a la ves,
y en mi pobre puerta
atascados quedaron.

¿Y ahora que haremos?
preguntaron al unisono,
asustados hasta las patas.
Nuestro dueño estara por llegar.

Y efectivamente,
el dueño llego,
transpiraba ira y furia
por sus orejas.

¿Donde estan?¿Donde estan?
Gritaba sin parar.
Sus maximos especimes
habria de encontrar.

Desesperado y sin ideas,
intente ocultarlos,
pero semejantes ortos
impsibles de tapar.

Ahi estan, malditos orejones,
se escucho a lo lejos.
Con una escopeta
corria sin parar.

Que cagazo me pege,
al ver la escopeta
y la cara de este loco,
corri sin parar.

Y los elefantes,
con la cola al aire.
Desprotegidos por atras
a merced de su dueño quedaron.

Salgan ya o disparo,
pero los elefantes no pudieron,
entonces disparó
y con una grúa sus cuerpos llevo.

Alfombras seran,
de un rico sin piedad,
alfombra rosa alfombra negra.
Vestiran con sangre
su sala de estar.

Yo termine cerca del monumento,
volvi a mi casa
y esta vez
aprendi la leccion.

Con elefantes extraños,
no debo hablar
nomas en dumbo y el de Tarzar
puedo confiar.

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